lunes

San Francisco de Asis y Aikido



Hoy quisiera poner esta oración para hacer un paralelismo con aikido. Mi maestro Stéphan C. en un comentario en facebook se hacia la siguiente reflexión "Existe-t-il des franciscains de l'Aïkido ? Ca m'intéresse... La filosofía del aikido nos enseña en cierta manera a vivir un poco franciscanamente. Además creo, que todos estamos llamados a vivir en pobreza de espíritu  dejando de lado nuestras diferencias, nuestras malas inclinaciones, nuestros caprichos. Mostrando siempre una postura de respeto sincera a mis rivales, compañeros y maestros y en todo los ámbitos donde yo me desempeñe. 





Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:
Ser aikidoka significa ser sembradores de paz y de armonía. 
donde haya odio, ponga yo amor,
Evitando los conflictos y dominando mi propia naturaleza 
donde haya ofensa, ponga yo perdón,
siendo capaz de razonar ante la injuria con la evasión. 
donde haya discordia, ponga yo unión,
Creando siempre un ambiente a mi alrededor de cordialidad.
donde haya error, ponga yo verdad,
Enseñando con mi sabiduría el camino correcto a mis hermanos.
donde haya duda, ponga yo la fe,
alentando a seguir cuando se crea que todo esta perdido en el combate.
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
alentando a mis compañeros cuando se sientan fracasados y desalentados.
donde haya tinieblas, ponga yo luz,
caminando delante de ellos para que no tropiecen.
donde haya tristeza, ponga yo alegría.
en aquellos momentos en que se piensa que... "este camino no es para mi".

Oh, Maestro, que yo no busque tanto
ser consolado como consolar,
Olvidando mis propios intereses 
ser comprendido como comprender,
poniéndome en el lugar del otro
ser amado como amar.
respetando y cuidando a mi compañeros y maestros
Porque dando se recibe,
enseñando todo lo aprendido a aquel que comienza sin interés ninguno . 
olvidando se encuentra,
perdonando se es perdonado,
y muriendo se resucita a la vida eterna.

El auténtico aikido,  busca enseñar el autocontrol, la humildad, la confianza y la disciplina, poniendo énfasis en la espiritualidad, sin dejar de ser absolutamente eficaz en la práctica.

Si el Aikido va a sobrevivir a sus separaciones y peleas, lo será en tanto los aikidokas se respeten y se ayuden mutuamente en su diversa búsqueda del misterio del Aikido, dejen de murmurar del otro y no se presenten como los únicos. No sé si ello será posible, pero sólo una vuelta a las fuentes religiosas más originarias del Aikido ayudaría en ese sentido. Que no tiene que ser necesariamente sintoísta: el cristianismo, al reconocer en el otro un hermano, creado por Dios, un Dios que vino para su perdón, es la vía para que nuestra mente y nuestro cuerpo están al servicio de la vida de todos.

En definitiva, creo que si somos capaces de seguir por el camino de la no violencia, estaremos en cierta manera dibujando el mismo camino de Francisco el Santo.